El cohete chino Long March 5B despegó este domingo del centro de lanzamiento de Wenchang, en la provincia de Hainan, en dirección a la estación espacial Tiangong para agregarle un nuevo módulo con un laboratorio experimental impulsado por energía solar.
Pero expertos citados por el diario diario The Washington Post consideran que sus grandes dimensiones (176 pies y más de 1.8 millones de libras de peso) y la arriesgada forma de lanzamiento podrían provocar que partes del cohete no se desintegren en la atmósfera al caer y terminen impactando contra la superficie.
El cohete se desprendió de su primera fase (que almacena combustible y lo quema para permitir escapar de la gravedad terrestre) durante el despegue; este módulo de 23 toneladas gira ahora alrededor del planeta cada vez más cerca de caer. Su ruta, según los expertos citados por el diario, resulta imprevisible, y aunque la probabilidad de que impacte en una zona habitada es muy baja, consideran que China arriesga más de lo necesario.
Hace apenas un mes, un cohete chino se desintegró sobre el cielo de la ciudad española de Málaga y cayó frente a la costa de Almería. En mayo, otro cohete chino que regresaba a la Tierra se desintegró parcialmente y un gran segmento cayó en el Océano Índico.
El administrador de la NASA, Bill Nelson, dijo hace unos meses que China “no está cumpliendo con las normas de responsabilidad respecto a sus desechos espaciales”, incluyendo la minimización de los riesgos en la reentrada y la transparencia de las operaciones.
El Ministerio chino de Relaciones Exteriores se defendió el año pasado afirmando que las posibilidades de provocar daños son “extremadamente bajas”.
El programa espacial chino ha avanzado significativamente en la última década bajo el régimen de Xi Jinping, que quiso convertir China en una potencia espacial. El año pasado puso en órbita de forma exitosa la estación espacial Tiangong, que ahora amplía.
Pero esos logros han aumentado la preocupación sobre una posible carrera espacial entre potencias y, eventualmente, un mayor riesgo de accidente. Rusia anunció este martes que abandonará en 2024 la Estación Espacial Internacional (ISS, en inglés), poniendo fin al proyecto más ambicioso de colaboración global que durante mucho tiempo fue símbolo clave de la cooperación tras la Guerra Fría.
La cooperación espacial entre China y Estados Unidos ha sido mínima desde 2011, cuando la Enmienda Wolf prohibió a la NASA usar fondos gubernamentales para trabajar con el Gobierno chino