Carta a los salvadoreños,
Salvadoreño, compatriota, te felicito porque llenas a nuestro país de orgullo, te felicito porque apoyas incondicionalmente a tu patria, a tu tierra y cada vez que tienes la oportunidad, lo engrandeces, estés en donde estés, en el norte o en el sur, te felicito porque te rebuscas por lo que quieres o necesitas y raramente te detienes, te felicito porque todos los días trabajas para llevar el pan a tu hogar, darle de comer a tus hijos, y aunque a veces no alcance, ponés a tu familia primero antes que a vos; te felicito porque sos así, de cachimbón.
Pero, creo que podríamos ser mejores, podríamos ser mejores en la medida en que orientemos toda nuestra pasión que día a día ponemos en nuestras actividades diarias a construir una sociedad diferente, a generar un verdadero cambio a partir de nosotros como individuos y a no esperar que algún político o gobierno venga a cambiar nuestra situación solo porque nos pasamos quejando. Parémonos de quejar y tomemos acción, comenzando por las cosas pequeñas podemos llegar progresivamente a las más grandes, cambiando comportamientos y pensamientos lograremos una verdadera cultura de paz.
La empatía es un valor que vamos perdiendo, nos hemos vuelto muy individualistas, muy “yo” y poco nosotros, estoy completamente convencido de cada uno de los salvadoreños tiene problemas diariamente, tal vez unos más que otros, pero creo eso no debería ser motivo para transmitir esa negatividad a otra persona, o mucho menos pelear. Pelear por cosas que no valen la pena, ¿pelear para qué? si al final del día todos seguimos siendo hermanos.
La tolerancia es otro valor que se va reduciendo en nuestra sociedad, casi siempre queremos imponer la idea de nuestra preferencia, el equipo que más apoyamos, el político que más nos simpatiza o simplemente encontrar miles de justificaciones para demostrar que la idea del otro está mal y la mía es la buena. Aceptar el pensamiento de mi compañero o compañera denota que tengo respeto por el o ella y aunque no esté de acuerdo, que importa, si al final pasamos por unas pupusas y una gaseosa retornable.
El respeto, solemos irrespetar a diestra y siniestra solo porque sí, solo porque pensamos que es normal y no afecta a nadie, cada persona es un mundo y tiene sus preocupaciones diarias , nadie debería tomarse el derecho juzgar a nadie, ya que cada uno de nosotros también posee defectos.
La solidaridad, el hecho de pararte por la calle y ayudar a algún anciano a cruzar la calle ya es un acto que en sí mismo se considera bueno, el hecho de ayudar a la señora que vende frutas a subir al bus con su mercadería es otro acto solidario, o tal vez, aquella persona a la que se le quedó el carro y ayudarle a cambiar la llanta, actos pequeños pero poderosos que pueden cambiar la sociedad, que puede cambiar realidades.
Yo tengo mil defectos, muchísimos pero cada día hago un esfuerzo por hacer las cosas mejor, por resaltar mis cualidades buenas y reducir las malas, salvadoreños, juntos somos más, juntos podemos lograrlo.
Ricardo Daniel Rodríguez.
Cofundador y Director de Marketing y Comunicaciones de “Youth To Lead”.
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