El paciente de 40 años sufrió un accidente en bicicleta que dañó su médula espinal. El dispositivo creó un “puente digital” entre los pensamientos de su cerebro y los nervios debajo de su lesión

Hace 12 años, un accidente de bicicleta dejó a Gert-Jan Oskam, con las piernas paralizadas y los brazos parcialmente inmóviles, después de que su médula espinal se dañara en el cuello. Ahora, gracias a una tecnología cerebral de última generación, el hombre tetrapléjico ha vuelto a ponerse de pie y caminar, gracias a un dispositivo que crea un “puente digital” entre su cerebro y los nervios debajo de su lesión.
El tratamiento fue liderado por un equipo de científicos suizos y franceses que logró un avance excepcional en cirugía neuronal, y los hallazgos se publicaron ayer en la prestigiosa revista científica Nature. Los investigadores consideraron el procedimiento como la primera conexión o interfaz hombre-máquina entrenada con inteligencia artificial.
El avance fue presentado en el Centro Hospitalario Universitario de Vaud (CHUV), en la ciudad de Lausana, Suiza, donde este primer paciente en el que se ha probado, el neerlandés de 40 años llamado Gert-Jan Oskam, caminó frente a los periodistas. “Hace cuatro años ni siquiera soñaba con algo así”, señaló emocionado el hombre al poder desplazarse.

Oskam fue invitado en 2016 por instituciones científicas de Suiza para participar en el programa, antes experimentado con simios pero que hasta entonces no se había probado en humanos. El dispositivo, llamado interfaz cerebro-columna vertebral, se basa en los estudios previos de Grégoire Courtine, neurocientífico del Instituto Federal Suizo de Tecnología en Lausana y sus colegas.
Cómo funciona el dispositivo

Gert-Jan fue sometido a operaciones en las que se le colocaron dos implantes: uno en la médula espinal, y otro más complejo, un interfaz o conector entre el cerebro humano y una computador que, mediante 64 electrodos, recoge estímulos cerebrales y los traduce en datos digitales tras una fase de aprendizaje tanto del humano como de la máquina, gracias a la inteligencia artificial en este segundo caso.
Cuando Oskam piensa en caminar, los implantes de cráneo detectan actividad eléctrica en la corteza, la capa externa del cerebro. Esta señal es transmitida y decodificada de forma inalámbrica por una computadora que Oskam usa en una mochila, que luego transmite la información al generador de pulso espinal.
Tras recibir estos implantes, se le pidió al paciente en una etapa que requirió meses de entrenamiento, que se imaginara moviendo sus piernas: al hacerlo, su cerebro emitía estímulos que, mediante algoritmos, eran convertidos en datos que más tarde llegarían al implante de su médula espinal y serían convertidos en movimiento. “Fue la parte más complicada, pensar en movimiento natural tras 10 años sin intentarlo”, reconoció Oskam.