Es una técnica muy efectiva para lograr superar la adicción al tabaco tanto a corto como a largo plazo.
El trastorno por ingerir tabaco es un gran problema de salud pública. Aproximadamente el 15,2% de la población mundial pasa fumando todos los días, lo que representa más de 933 millones de personas.
El consumo de tabaco está relacionado con 110,7 por cada 100.000 muertes anuales y 170,9 millones de años de vida ajustados por discapacidad, lo que refleja la importancia de las comorbilidades que induce.
Un equipo de investigadores del Hospital Universitario de Dijon, en Francia, mencionó: “el trastorno por consumo de tabaco es una conducta adictiva y es difícil para los usuarios dejar de consumir, como en otras adicciones”.
Los investigadores organizaron una revisión sistemática, que publicaron en la revista científica Addiction, en la que vieron que la estimulación cerebral no invasiva (NIBS por sus siglas en inglés) puede mejorar las tasas de abstinencia de fumar de tres a seis meses después de dejar de fumar.
El doctor Benjamin Petit es el autor principal del trabajo y resumió: “Si bien nuestra revisión parece modesta, con sólo siete estudios incluidos, un nivel de confianza bajo y una variabilidad sustancial entre estudios, los resultados parecen ser sólidos y nos sentimos seguros al sugerir que NIBS es un técnica de interés para dejar de fumar tanto a corto como a largo plazo. Además, identificamos varios ensayos científicos actualmente en curso en este campo en particular. En un futuro próximo, NIBS podría reconocerse como una nueva opción prometedora para ayudar a las personas que desean dejar de fumar”.
Las dos formas comúnmente utilizadas de la estimulación cerebral no invasiva son la estimulación magnética transcraneal (TMS) y la estimulación de corriente continua transcraneal (TDCS).
La TDCS consiste en la administración de una corriente directa de baja intensidad a través del cerebro mediante un par de electrodos de esponja de superficie empapados en solución salina que se colocan en el cuero cabelludo del paciente.
Por el contrario, TMS se basa en el uso de una bobina metálica colocada contra el cuero cabelludo del paciente. La bobina genera pulsos magnéticos que atraviesan el cráneo del paciente para inducir breves corrientes eléctricas en el tejido cortical.