El miércoles por la mañana, esa ráfaga de viento que sentiste venir desde Silicon Valley fue el tentativo suspiro de alivio de la industria de la redes sociales
Durante los últimos cuatro años, los ejecutivos de Facebook, Twitter, YouTube y otras empresas de redes sociales han estado obsesionados con una sola meta general: no ser culpadas de arruinar las elecciones de 2020 en Estados Unidos como ocurrió en 2016, cuando los troles y los traficantes de desinformación de Rusia pisotearon sus defensas.
Así que redactaron reglas nuevas. Crearon productos nuevos y contrataron a personal nuevo. Llevaron a cabo ejercicios elaborados de simulación para planear cada uno de los posibles resultados electorales Y el día de las elecciones, las 24 horas del día pusieron a equipos inmensos a bloquear los fraudes y las falsas declaraciones.
Hasta el momento, parece que esos esfuerzos han evitado lo peor. A pesar de los intentos frenéticos (y bastante predecibles) del presidente Donald Trump y sus aliados de socavar la legitimidad de la votación en los estados donde está perdiendo, esta semana no se ha encontrado ninguna campaña importante de interferencia, y el mismo día de las elecciones estuvo relativamente tranquilo. Se han eliminado con rapidez las cuentas falsas y los grupos que podrían ser peligrosos, y Facebook y Twitter han sido inusualmente proactivos al momento de estampar etiquetas y advertencias ante las afirmaciones prematuras de victoria (YouTube fue una historia distinta, como lo evidenció la lenta y tibia respuesta de la empresa frente a un video que aseguraba de manera falsa que Trump había ganado la elección).
Todavía queda tiempo suficiente para que se presenten problemas. La desinformación relacionada con las elecciones ya se está volviendo tendencia —parte de ella dirigida a los latinos— y solo irá en aumento a medida que los votos se impugnen en los tribunales y los conspiracionistas aprovechen toda la incertidumbre para debilitar la confianza en los resultados finales.
Sin embargo, los peores miedos de las plataformas todavía no se han materializado. Eso es bueno y un reconocimiento para los empleados de esas empresas que han estado ocupados haciendo cumplir sus reglas
Al mismo tiempo, vale la pena examinar cómo es que Twitter, Facebook y YouTube están evitando los problemas relacionados con las elecciones, porque eso esclarece los verdaderos contratiempos que todavía deben enfrentar.
Durante meses, casi cada una de las medidas que han tomado esas empresas para proteger las elecciones ha involucrado desacelerar, interrumpir o, incluso, obstaculizar partes centrales de sus productos: en términos reales, han defendido la democracia empeorando sus aplicaciones.
Le han agregado fricción a procesos, como la compra de anuncios políticos, que antes no tenían interrupciones. Introdujeron expertos humanos para acabar con los grupos extremistas e intervinieron de manera manual para detener la propagación de las historias sospechosas. Invalidaron sus propios algoritmos para insertar información de expertos de confianza en los perfiles de los usuarios. Además, conforme llegaban los resultados, usaron los anuncios que hicieron organizaciones noticiosas como The Associated Press en vez de confiar en que sus sistemas, de modo natural, llevarían la verdad a la superficie.
POR NEW YORK TIMES