Todavía se extraían cuerpos el martes de los restos de una explosión en una mezquita que tuvo como objetivo a agentes de policía en el noroeste de Pakistán, matando a más de 80 personas e hiriendo a otras 150.
El ataque ocurrió el lunes durante el culto de la tarde en la capital provincial de Peshawar, cerca de áreas a lo largo de la frontera afgana donde la militancia ha ido en constante aumento.
Durante la noche, al menos nueve cuerpos fueron recuperados mientras los rescatistas revisaban los escombros de la pared y el techo derrumbados de la mezquita.
“Esta mañana vamos a retirar la última parte del techo derrumbado para poder recuperar más cuerpos, pero no tenemos esperanzas de llegar a ningún sobreviviente”, dijo a la AFP Bilal Ahmad Faizi, portavoz de la organización de rescate 1122.
Muhammad Asim Khan, portavoz del principal hospital de Peshawar, dijo a la AFP que 83 personas habían muerto y que el número de muertos aumentaba a medida que llegaban más cadáveres del lugar.
Al menos 20 de los policías asesinados fueron enterrados más tarde después de una ceremonia de oración, con ataúdes alineados en filas y envueltos en la bandera de Pakistán.
Fueron enterrados con una guardia de honor, dijo a la AFP un oficial de policía.
Shahid Ali, un policía que sobrevivió, dijo que la explosión ocurrió segundos después de que el imán comenzara a rezar.
“Vi humo negro que se elevaba hacia el cielo. Salí corriendo para salvar mi vida”, dijo a la AFP el hombre de 47 años.
Ningún grupo ha reivindicado aún la autoría del ataque, en medio del empeoramiento de la situación de seguridad en el país.
El cuartel general de la policía en Peshawar se encuentra en una de las áreas más estrictamente controladas de la ciudad, alberga oficinas de inteligencia y contraterrorismo, y está al lado de la secretaría regional.
Las provincias de todo el país anunciaron que estaban en alerta máxima después de la explosión, con puestos de control reforzados y fuerzas de seguridad adicionales desplegadas, mientras que en la capital, Islamabad, se desplegaron francotiradores en edificios y puntos de entrada a la ciudad.
“Los terroristas quieren crear miedo apuntando a aquellos que cumplen con el deber de defender a Pakistán”, dijo el primer ministro Shehbaz Sharif en un comunicado.
La drástica brecha de seguridad se produjo el día en que el presidente de los Emiratos Árabes Unidos (EAU), Mohamed bin Zayed Al Nahyan, tenía previsto visitar Islamabad, aunque el viaje se canceló en el último momento debido al mal tiempo.
Pakistán también se está preparando para recibir una delegación del Fondo Monetario Internacional (FMI) el martes mientras trabaja para desbloquear un préstamo de rescate vital para evitar un incumplimiento inminente.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, condenó el lunes la explosión como “abominable”, y el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, expresó sus condolencias por el “horrible ataque”.