“No tuve relaciones sexuales con esa mujer”: fue la declaración enfática del presidente Clinton en 1998 que pasó a la historia como una de las citas más memorables de la política estadounidense.
No sólo fue una frase extraña, también fue falsa.
Después se comprobó que el presidente sí tuvo “relaciones” con Monica Lewinsky, una aprendiz de 22 años. Su amiga Linda Tripp había estado grabando en secreto conversaciones cuando ella confesó los detalles.
Cuando Lewinsky fue citada a comparecer por escrito en un caso de acoso sexual presentado contra el presidente por la empleada Paula Jones (que después fue desestimado), ella negó que hubieran tenido una relación sexual.
Clinton también negó haber tenido “relaciones sexuales” bajo juramento. Eso es lo que condujo a la acusación de perjurio.
“Trump ni siquiera era presidente cuando tuvo el affaire”
Cierto. Pero el pago fue hecho durante su campaña presidencial y en esto se basa el caso legal.
Si el dinero surgió de los fondos de campaña, esto sería una violación de la ley federal.
“La vida sexual del presidente no es nuestro problema”
Cierto. No te pueden llevar a un juicio político por engañar a tu pareja.
Sin embargo, en el caso de Clinton, la gente argumenta que si el presidente estaba dispuesto a mentir sobre esto bajo juramento también estaría dispuesto a mentir sobre otras cosas.
En el caso de Trump, los críticos expresan preocupaciones similares sobre la confianza, y dicen que pagar dinero para silenciar indica que el mandatario puede ser susceptible a extorsiones, incluidas las de adversarios extranjeros.
“Trump está a prueba de escándalos”
Hasta ahora. Muchos consideran que el affaire de Clinton fue la parte más memorable de su presidencial.
Sin embargo, en la presidencia de Trump están ocurriendo tantas cosas que el caso de Stormy Daniels parece una trama secundaria.
¿Podrá sobrevivir también a esto? Todavía es muy pronto para saber cómo terminará este capítulo particular.
Monica Lewinsky se ha llamado a sí misma “posiblemente la primera persona cuya humillación global fue motivada por internet”.
La historia se dio a conocer en el sitio web Drudge Report, en momentos en que casi nadie leía noticias en internet.
El periodista Michael Isikoff, que entonces trabajaba en la revista Newsweek, consiguió primero la noticia pero sus editores decidieron detenerla, con lo cual otros ganaron la primicia.
Isikoff recuerda que Newsweek entonces se apuró a publicarla en el nuevo sitio web de la publicación.
“Fue el primer artículo en el sitio”, cuenta. Y agrega que ellos se dedicaron a enviarla por fax a varias personas porque no estaba seguros de que la encontrarían.
Pero la atención que obtuvieron fue “alucinante”, escribe la periodista estadounidense Jessica Bennett en una reevaluación del escándalo publicada recientemente en la revista Time.
“The Wall Street Journal se refirió a Lewinsky, en la publicación, como la ‘pequeña zorra'”.
Además de la humillación de que su vida sexual apareciera analizada alrededor del mundo, Lewinsky también enfrentaba hasta 27 años en prisión por presentar una declaración falsa.
Su madre también fue amenazada con ir a la cárcel si no entregaba los detalles de las conversaciones que había mantenido con su hija.
Durante más de una década, Lewinsky se mantuvo fuera de la atención pública.
Después, en 2014, escribió un ensayo de 5.000 palabras en Vanity Fair titulado “Vergüenza y supervivencia”.
Decía que había sido diagnosticada con trastorno de estrés post traumático, había luchado contra pensamientos suicidas durante los procedimientos legales y había tenido problemas para conseguir empleo debido a su mala fama en los años que siguieron.
“A diferencia de otras partes involucradas, yo era tan joven que no tenía una identidad establecida a la que podía volver”, concluye.
“No dejé que esto ‘me definiera’, simplemente no tenía la experiencia de vida para establecer mi propia identidad en 1998. Si no te has dado cuenta de quién eres, es difícil no aceptar la imagen horrible que los otros tienen de ti”.
Hoy, Monica Lewinsky ya encontró su voz: es usuaria regular de Twitter y activista antiacoso que no evita mencionar su pasado.
Recientemente retó a una revista estadounidense por retirarle la invitación a un evento después de que Bill Clinton confirmó su asistencia.