Después de asesinar a su novio con dos disparos, Nahir Galarza regresó a su casa, guardó el arma y se acostó a dormir. Al otro día publicó en Instagram un mensaje despidiéndose de su amado: “Cinco años juntos, peleando, yendo y viniendo, pero siempre con el mismo amor. Te amo para siempre, mi ángel”; el texto estaba acompañado con una foto de la pareja. El crimen de Fernando Pastorizzo, de 20 años de edad, enluta a Gualeguaychú, un pequeño municipio ubicado a 230 kilómetros al norte de Buenos Aires, Argentina.
A las 5:15 de la mañana del pasado viernes 29 de diciembre, un taxista encontró a Fernando a un costado de la carretera. Aún respiraba. La ambulancia que el conductor solicitó, llegó 20 minutos después. Ya estaba muerto. Dos balazos, uno en la espalda y otro en el pecho, acabaron con su vida.
Sergio Rondoni Caffa, el fiscal a cargo de la investigación, identificó a un primer sospechoso: Marcelo Galarza, papá de Nahir y agente de Policía.
Caffa sospechó del uniformado porque las balas halladas en el cuerpo de Fernando, eran de una pistola 9 milímetros, las mismas que usa la autoridad. No era un secreto que la relación de su hija era tóxica y cabía la posibilidad de que el padre de la joven hubiera decidido matar al hombre que la hacía llorar.
Cuando el cerco de la investigación se cerraba contra su padre, Nahir Galarza se quebró. “Basta, fui yo, fui yo, fui yo, quítenle la responsabilidad a mi padre y a mi familia”. En la confesión, relató que después de perpetrar el crimen, guardó el arma en el lugar en el que su padre la solía conservar.
Para sorpresa de la opinión pública, la confesa asesina fue trasladada a sala de salud mental y no a la Comisaría del Menor y la Mujer. Las autoridades judiciales temían que la chica atentara ahora contra su propia vida.
“Esta chica está ahí no porque la Fiscalía quiera sino por un pedido médico, y desde el momento que la parte psicológica esté compensada va a ser trasladada a la Comisaría del Menor y la Mujer, donde seguirá detenida como corresponde”, explicó el fiscal Sergio Rubén Rondoni Caffa al diario El Día de Gualeguaychú.