Este joven mexicano de 24 años solicita ayuda para tratar la rara enfermedad en Texas
SAN ANTONIO, Texas- Pablo te saluda con la mano, sonríe —un poco — y se cubre las piernas con las sábanas del hospital que lo protegen del frío, pero que también delatan la extraña enfermedad que padece. No camina. Tampoco puede moverse. Y, desde hace años, tampoco puede colocarse un par de zapatos.
Se apellida Sánchez, pero es conocido por su mamá, Telma Lara, como Pablito. Desde hace casi 24 años, ha convivido con una rara enfermedad que responde al nombre de neurofibromatosis, la que consiste en el crecimiento descontrolado de tumores en el cuerpo. En este caso, sus piernas.
Pese a que la neurofibromatosis no es un peligro inmediato a la vida, sus complicaciones imposibilitan tener calidad de vida: la pérdida de la audición, deterioro del aprendizaje, problemas en el corazón y en los vasos sanguíneo, pérdida de la visión y dolor intenso son algunas de las dificultades.
¿Amputación de la pierna?
Para Pablo todo comenzó a los siete meses de nacido. Cuando su madre detectó una anomalía en el crecimiento de sus piernas. Sin embargo, el pediatra que los atendió en México le dijo que su hijo estaba bien de salud. “Le descubrí en mi casa que él tenía una piernita más larga que otra. El doctor me dijo ahí que no, que no tenía nada”, dijo Telma desde el cuarto del Hospital Universitario en San Antonio, en el que ahora se encuentra hospitalizado su hijo.
Por un tiempo, Pablo recibió tratamiento en el Hospital Universitario de Monterrey, sin éxito. “Ellos no podían hacer ya nada por mí. La opción que ellos me daban era amputarme la pierna derecha”, dijo el joven de 24 años. Por tal razón, tomaron rumbo a San Antonio luego de que obtuvieron una visa humanitaria para buscar ayuda médica porque en México las esperanza de obtener calidad de vida eran nulas.
Desde el pasado 11 de mayo, el joven está internado en San Antonio y, aunque siete especialistas estudian el cuadro clínico de Pablo, la cura a esa enfermedad es inexistente.
Sobre su estancia, aunque resulta más alentadora que en México, los gastos médicos se elevaron. “Nos han donado poquito dinero, con eso hemos podido comer”, confiesa Telma, quien solicita ayuda de la comunidad para poder cubrir parte del costo del tratamiento de su hijo.
Cuando se le pregunta a Pablo cuánto podría aguantar, él responde: “Hasta donde sea necesario y Dios me lo permita”.
La familia de Pablo Sánchez ha hecho grandes esfuerzos para traerlo desde su natal México y tratarle un padecimiento conocido como neurofibromatosis que provoca crecimiento de tumores en el cuerpo y lo mantiene sin poder moverse, por lo que piden ayuda a la comunidad.
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