En un día histórico para los derechos humanos, hoy fueron condenados a prisión perpetua los principales responsables de crímenes de lesa humanidad perpetrados en el centro clandestino de detención y exterminio de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) durante la pasada dictadura militar en Argentina.
Jorge El Tigre Acosta y Alfredo Astiz, el Ángel de la Muerte, están entre los 54 militares sentenciados, lo que hizo estallar de alegría a familiares y representantes de organismos humanitarios; hubo abrazos, llanto y un reconocimiento a los sobrevivientes que, a pesar de lo que significaba recordar una y otra vez el horror vivido, rindieron testimonio cada vez que se les citó.
Los genocidas fueron juzgados por 789 casos investigados en una megacausa, ya que la ESMA fue uno de los lugares donde desaparecieron unas 5 mil personas y ahí nacieron hijos de detenidos-desaparecidos que fueron robados por los militares en un plan sistemático, varios de los cuales han sido recuperados gracias al trabajo inclaudicable de las Abuelas de Plaza de Mayo.
Durante casi cuatro horas, el Tribunal Federal cinco leyó por orden alfabético las condenas. Acosta, quien fue jefe del grupo de tarea y uno de los más temibles represores, Alfredo Astiz, Ricardo Cavallo y Juan Antonio Azic, son algunos de los 29 condenados a prisión perpetua.
También impactó la condena del médico militar Jorge Luis Magnasco, conocido como El partero de la maternidad clandestina de la ESMA, sentenciado a 24 años. Dos de los pilotos de los vuelos de la muerte cumplirán también la pena máxima.
Uno de ellos, Julio Poch, fue absuelto. Otro de los que se beneficiaron fue Juan Alemán, ex secretario de Hacienda de José Alfredo Martínez de Hoz, además de Ricardo Jorge Lynch Jones, Roque Ángel Martello, Ernesto Alemann y Rubén Ricardo Ormello, lo que desató fuertes polémicas.
Este juicio de la ESMA III ha sido el proceso más prolongado en la historia del sistema penal argentino, el debate oral y público duró cinco años con 410 audiencias, tiempo en que fallecieron 11 de los 65 imputados originalmente y tres fueron apartados por razones de salud.
El primer juicio no llegó a su fin debido a que el único imputado, Héctor Febres, murió antes de conocerse la sentencia, en 2007, y el segundo finalizó el 26 de octubre de 2011 con 16 condenas a prisión perpetua, penas entre 18 y 25 años y dos absoluciones.