Están muertos. El vocero de la Armada argentina no lo dijo así, pero anunció que a partir de ahora dejarán de buscar a los 44 tripulantes del submarino ARA San Juan, desaparecido el 15 de noviembre en el Atlántico, aunque seguirá el operativo internacional para encontrar lo que quede de la nave.
“Vamos a seguir en la búsqueda para la localización del ARA San Juan”, dijo ayer jueves el portavoz de la Armada, Enrique Balbi, al anunciar un cambio de fase en el operativo para dar con el submarino.
Al mismo tiempo que el vocero leía el parte oficial, familiares de las víctimas se retiraban de la base de operaciones en Mar del Plata en silencio y entre lágrimas, según presenció el diario La Nación.
Balbi dijo que la decisión de dar por cerrado el plan SAR (de búsqueda y salvamento) y pasar a una fase solo de búsqueda se adoptó en una reunión ayer en Buenos Aires entre representantes del Ministerio de Defensa y de la Armada.
Explicó que el plan SAR tiene como objetivo buscar y salvar personas “en peligro” para “preservar su vida en el mar” y señaló que la búsqueda “se ha extendido a más del doble de la cantidad de días que determinan las posibilidades de rescate de la dotación”.
Consultado sobre si esto significa que ya no se busca a los tripulantes con vida, el portavoz no quiso dar una respuesta definitiva. “Hasta tanto no tener la localización, no vamos a dar una confirmación categórica al respecto. Lo que sí nos remitimos a que se ha extendido hasta el doble del tiempo de las posibilidades de rescatarlos”, insistió. De todos modos, reconoció que no se encontró “evidencia alguna del naufragio”.
El rastreo, por agua y aire, cubrió 557.000 millas náuticas cuadradas de exploración visual y 1,49 millones de millas náuticas cuadradas de exploración con radar, sin obtener resultados positivos.
En la búsqueda están involucrados 28 buques 16 de la Armada argentina nueve aviones tres de la Armada argentina, con la participación de 4.000 personas 3.200 de ellas efectivos de la Armada argentina de 19 países.
El ARA San Juan, un submarino de fabricación alemana incorporado a la Armada argentina en 1985 y reacondicionado hace pocos años, había partido el 13 de noviembre de Ushuaia, y regresaba a su base, en Mar del Plata.
Dos días después de su partida, en la mañana del 15 de noviembre, reportó por última vez su posición en la zona del Golfo San Jorge, a 432 kilómetros de la costa argentina.
Pocas horas antes, había comunicado el ingreso de agua que cayó sobre las baterías, lo que provocó un cortocircuito y un principio de incendio con humo, pero sin llamas un problema que dio por subsanado y continuó con su derrotero.
Unas tres horas después de la última comunicación, se registró un sonido consistente con una explosión a 27 kilómetros de la posición reportada por el submarino.
En esta zona se ha concentrado la búsqueda en los últimos días, donde se realiza un rastreo del lecho marino, a profundidades de entre los 200 y los 1.000 metros.
En las próximas horas llegará a Argentina un dispositivo estadounidense capaz de descender hasta 6.000 metros, que será montado en el buque Atlantis, también de Estados Unidos.
En tanto, anoche zarpó del puerto de Comodoro Rivadavia, base del operativo, el buque de la Armada Argentina ARA Islas Malvinas, con un vehículo sumergible a control remoto de origen ruso que tiene un alcance operativo de inmersión de 1.000 metros.
Muchos de los familiares de los tripulantes ya habían dado por muertos a los marineros. Solo unos pocos seguían en la base naval con la esperanza de que los encontraran con vida. “No tengo palabras, es un momento horrible. Directamente nos están diciendo que no van a buscar más”, dijo Luis Tagliapietra, padre de uno de los tripulantes.