El equipo cementero pone fin a su agónica racha de más de 23 años sin ganar el torneo mexicano tras superar a Santos Laguna (2-1, marcador global)
Lo seguro, pasara lo que pasara, eran las lágrimas garantizadas en el Azteca. El Cruz Azul era un errante del fútbol mexicano con más de dos décadas como el mayor subcampeón de su país. Era un club castigado por los azares del fútbol, hasta este domingo. Los cementeros empataron 1-1 con Santos Laguna en el estadio Azteca que, sumado con su victoria en la ida 0-1, les ha coronado en la Liga MX. Con un exceso de dramatismo y nervios, el Cruz Azul puede dejar atrás ser el sinónimo del perdedor. El club suma ya su novena Liga.
En el césped del Azteca, los de Santos Laguna tomaron protagonismo. Los de azul cedieron el mando. Cuando tenían el balón preferían mandar el balón al quinto demonio como si no quisieran jugar con el balón. Las jugadas del local eran equivocadas en pases cortos. Era un equipo timorato. Aguirre, un delantero talentoso de Santos, propuso más. Otero ponía en presión a los azules que estaban aterrados sobre el campo. Y todo se derrumbó. Al minuto 36, Diego Valdés, jugador del Santos, salió del fango y entre tres defensores sacó un tiro que terminó dentro de la portería. El 0-1 revivía todos los miedos del Cruz Azul. A jugar a contracorriente. No querían sumar una séptima final perdida en torneos cortos (desde 1996) ni la duodécima en toda su historia.
La reacción del azul fue paulatina. En una jugada al ataque Luis Romo, quien anotó en la final de ida, peleó un balón que le centraron. No llegó al remate, pero en el rebote intentó de toda forma tirar y, en una jugada de pillería, intentó anotar con el talón. El portero Acevedo acertó en la atajada.
El medio tiempo fue favorable para Cruz Azul. En los vestidores, el entrenador cementero Juan Reynoso sacudió a la plantilla. Sacó del campo a sus velocistas por la banda: Roberto Alvarado, un extraviado en el campo, y Orbelín Pineda, un ágil centrocampista. El club ganó músculo. Tardaron cinco minutos para encontrar la luz. En un sufrido tiro de esquina a favor de Santos Laguna, los cementeros se fueron a toda velocidad en un contragolpe. El balón terminó en el ídolo de azul, Jonathan Rodríguez, que marcó un gol que encontró eco en las tribunas que encontraron la mejor vía para la catarsis. Lo intentaron con Santiago Giménez, hijo del legendario Christian Giménez, con sus búsquedas para hacer un gol. Tuvo una clara cuando se quitó al portero rival, pero no encontró a nadie.