El mago Didier presenta la mayoría de sus números de manera virtual, en los que hace trucos personalizados para continuar llevando alegría a su público. (Foto Prensa Libre, cortesía de Didier Martell)
La payasa Pelusita no pensó que las restricciones impuestas el año pasado, a causa de la pandemia del covid-19, fueran a llevar tanto tiempo. Los eventos que tenía programados al día siguiente del anuncio de las disposiciones presidenciales, en marzo, fueron cancelados, y así, uno tras otro.
about:blankabout:blankabout:blankabout:blankabout:blank
Al darse cuenta de que esta situación no terminaría pronto, comenzó a pensar en una forma de obtener ingresos, pues su trabajo quedaba suspendido. No había tiempo qué esperar. Tomó una bolsa térmica y comenzó a vender comida que ella preparaba. Le iba bien, porque las ventas se acrecentaban con el toque de queda.
Clara Cabrera, su nombre real, probó hacer presentaciones virtuales, pero no obtenía los mismos ingresos que al hacerlo de manera presencial. Era mejor continuar con el negocio de la comida, como piñas y pepinos “locos”, pollo y papas fritas. “Bendito Dios, con eso logramos sobrevivir”, dice.
Después del desconfinamiento del país, en octubre, las ventas de su emprendimiento comenzaron a decaer. No se dio por vencida, y optó por ofrecer otros productos. “También comenzaba a hacer presentaciones, pero aún muchas personas no quieren contratarnos por temor a contagiarse. Trabajo como payasa apenas en un 25% de lo que hacía antes”, afirma Cabrera, quien espera que todo se vaya normalizando.
Las risas y expresiones de alegría a los que están acostumbrados a recibir los artistas infantiles de diversos géneros, como recompensa a sus presentaciones, dejaron de oírse de la forma tradicional. Así como Clara, algunos tuvieron que alejarse de su profesión temporalmente, a la cual esperan volver con mayor ímpetu cuando la situación mejore.