Comer encierra infinidad de aspectos como disfrutar cada bocado, compartir con otros, o hablar de secretos culinarios familiares se convierten solo en una breve pincelada de todo lo que está al rededor de cada alimento.
La ciencia cada vez nos acerca más a conocer las bondades de los alimentos que comemos y cómo mejorar nuestra salud a través de las opciones que elegimos cada día. De igual manera, existe evidencia de cómo el abuso de algunos hábitos podría llegar a ser influencia para que se desarrollen afecciones como la obesidad, diabetes y otras enfermedades crónicas.
Por ejemplo, la nutricionista Lucía de la Roca, jefa del servicio de nutrición de Unidad Nacional de Atención del Enfermo Renal, Unaerc, explica que estudios epidemiológicos indican que existe una clara asociación entre el aumento de peso y la prevalencia de diabetes tipo 2, debido a que el sobrepeso y la obesidad, se caracterizan por un aumento anormal del peso corporal debido a una acumulación excesiva de grasa y en forma paralela, se observa un aumento de la glucemia.
Debido a lo anterior, el páncreas secreta insulina en exceso para intentar reducir la elevada cantidad de glucemia, lo que conlleva un estancamiento de este último, que no es capaz de producir suficiente insulina. De este modo, la insulina ya no puede regular la glucemia.
La nutrición también está evolucionando. Efe recientemente publicó que se acerca un encuentro con la llamada nutrición de precisión o más personalizada y el director de Nutrición y Genómica de USDA-Human Nutrition Research Center on Aging de la Universidad de Tufts de Boston (Estados Unidos) considera que el viaje para unir genes y nutrición comenzó en los años ochenta y la primera publicación, ya en los 90, fue en la revista científica The Lancet sobre una variante genética que predecía la respuesta al colesterol.
La nutrigenética tiene como objetivo generar recomendaciones nutricionales cuando se analizan variantes genéticas a partir del ADN de las personas.
¿Nuevos hábitos?
De la Roca agrega que debemos tomar en cuenta que cada hogar mantiene hábitos o conductas alimentarias, culturalmente aceptables, los cuales cada persona va adquiriendo desde su infancia y pueden ser saludables o no, por lo cual el primer paso es evaluar el consumo de alimentos y hacer los cambios que sean necesarios.