Durante este viernes, una de las imágenes que dejará sin duda la jornada de recuento de votos en Estados Unidos es la de Joshua, un votante de Trump de 38 años que se ha dispuesto a patrullar a las afueras del centro de cómputo de votos que se ha hecho más famoso del país, el del condado de Maricopa (Arizona, EE UU). Lo ha hecho armado con un AK-47 y otro rifle para que su sufragio, dice, se tenga en cuenta.

“Hasta que no cuenten todos los votos, no nos vamos de aquí”, aseguraba a Efe este exmilitar de 38 años residente en Phoenix portando dos armas porque, según él, quiere y puede.

Como él hay decenas de seguidores que han decidido salir ataviados con sus armas para evitar, dicen, que se produzca fraude electoral en los colegios donde sigue el recuento de votos, tal y como ha denunciado Trump en rueda de prensa. Lo hacen no solo respaldados por la Asociación Nacional del Rifle, atendiendo al llamamiento de la entidad, que ya manifestó su apoyo por el actual presidente norteamericano.

Este viernes, la asociación ha escrito un mensaje a través de Twitter en el que insta a los ciudadanos a salir a la calle con armas: “COME AND TAKE IT” (Ven y tómalo), apunta en su cuenta oficial, que tiene más de 32.000 seguidores.

Las leyes estatales permiten portar armamento de manera visible, una regla que a menudo aprovechan grupos que defienden a capa y espada la segunda enmienda de la Constitución estadounidense, que precisamente protege el derecho a la tenencia de armas, para exponer su arsenal sin problema en manifestaciones.

La venta de armas ha aumentado durante las últimas semanas

Según ciudadanos de Texas a los que ha accedido EFE, durante los últimos días se han visto largas colas de gente para comprar armas de fuego. Y es que la ventas de armas, según datos del Sistema Nacional Instantáneo de Verificación de Antecedentes (NICS, en inglés) de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI), han crecido exponencialmente en las semanas previas a las elecciones presidenciales: En octubre se realizaron 192.000 verificaciones de antecedentes de armas en el estado de Texas, un aumento sustancial de las 178.000 hechas en septiembre.

Los ciudadanos, dada la tensión de los últimos días tras las elecciones, temen que grupos radicales no acepten una posible derrota de Trump y salgan a la calle.