Por más de un mes estuvieron atrapadas unas personas en uno de los lugares más peligrosos del mundo, los trabajadores ucranianos se enfrentaron a las tropas invasoras de Vladimir Putin con heroísmo y astucia para evitar un nuevo desastre nuclear.
A las 8 de la mañana del 24 de febrero del 2022, fue el día del comienzo de la invasión rusa a Ucrania, desde la central eléctrica en Chernobyl que sonó una alerta de emergencia.
Valentin Geiko, estaba a cargo del turno en uno de los lugares más peligrosos del mundo, escenario en 1986 del peor desastre nuclear de la historia.
Cuando un tren llevaría a los trabajadores a las 9 de la noche de vuelta a Slavutych, la ciudad vivían junto a sus familias.
Pero pronto llegó la noticia de que parte de la vía había sido retirada y el puente de la carretera sobre el río Dniéper había sido volado.
Se había cancelado la rotación de turnos. Había 103 personas de servicio en la estación. Nadie se iba a casa.
Las sirenas antiaéreas sonaron en el resto del día. Se dió una orden a la mayoría de las personas trabajadoras que se dirigiera al búnker situado bajo el edificio principal.
Anton Kutenko, quién estaba de turno en la gestión de residuos nucleares, llamó a su esposa, que cuidaba de sus dos hijos pequeños. “¿Cuándo vas a volver a casa?”, le preguntó ella. “No lo sé”, respondió él.
A las 16:15 horas, en una de las 25 pantallas que tenía frente a él, el jefe de seguridad Valeriy Semenov, demostró que en la frontera con Bielorrusia estaba muy cerca en un vehículo militar pesado y, un poco más lejos, tres vehículos blindados de transporte de personal y un convoy de camiones.
En otra pantalla, Semenov vio a hombres con uniformes negros desembarcando en un puesto de control.
En tan solo tres minutos, los rusos estaban a las puertas del lugar. Se quedaron al frente del edificio en sus vehículos, entre los que se encontraba un tanque.
Al ver las imágenes de las cámaras, Semenov llamó a Geiko para informarle de que nueve intrusos estaban atravesando el torniquete principal. “Sí, puedo verlos a través de la ventana”, dijo Geiko. “Me están apuntando con sus armas”.
La revista británica The Economist mencionó en una extensa crónica la historia completa de lo que ocurrido durante esas semanas.
Una historia que habla de la valentía y astucia de los ucranianos que se enfrentaron a las tropas invasoras de Vladimir Putin.
La central emplea actualmente a 2.600 personas (cocineros, ingenieros, médicos, guardias de seguridad) y unas 6.000 más trabajan en las oficinas y laboratorios, así como en los albergues y tiendas que les dan servicio.