Veintiséis personas fueron asesinadas por un exsoldado de 26 años que abrió fuego este domingo en una iglesia de Texas, anunció el gobernador de ese Estado, Greg Abbott, en una conferencia de prensa.
Se produjo en pleno servicio religioso en la región del sur de Estados Unidos en un país aún impactado por el peor tiroteo de su historia ocurrido en octubre en Las Vegas. “Hasta este momento, hay 26 vidas que se han perdido. No sabemos si ese balance se agravará o no”, dijo Abbott. Además, señaló que el ataque en la Primera Iglesia Bautista de Sutherland Springs, a unos 50 kilómetros al sureste de San Antonio, era “el peor tiroteo en masa en la historia” de Texas (había fallecidos con edades entre los 5 y los 72 años, según reconocieron oficialmente). “El atacante murió”, dijo un portavoz del comisario del vecino condado de Guadalupe, precisando que la Policía no se había enfrentado con él. “Estaba en su vehículo”, señaló.
Una portavoz del Centro Médico Connally Memorial en el cercano pueblo de Floresville dijo a la AFP que habían recibido “ocho pacientes después del tiroteo”, y que tres de ellos habían sido “trasladados al hospital universitario de San Antonio”, una de las grandes ciudades de Texas, a unos 50 km al noroeste.
Los disparos comenzaron hacia las 11:30 locales en la First Baptist Church de Sutherland Springs, señaló en su portal la cadena KSAT12. Según este medio, un testigo explicó que vio a un hombre entrar a la iglesia y de inmediato comenzar a disparar sobre los parroquianos (aunque dos de los fallecidos se encontraban fuera). Jeff Forrest, un veterano militar que vivía junto a la iglesia, reconoció a Reuters que el sonido parecía de un arma semiautomática de los marines. «Estaba en el porche, escuché que se dispararon diez ráfagas», recordó.
Según los testigos citados por los medios estadounidenses, el hombre vestía de negro y iba equipado con material antibalas. También los testigos aseguraron que fue desarmado por un hombre y entonces trató de escapar en su automóvil, pero el coche se estrelló. Ha sido identificado como Devin P. Kelley, un hombre blanco de 26 años que estuvo en las Fuerzas Armadas. Según varios medios estadounidenses, fue dado de baja de la Fuerza Aérea tras ser sometido a una corte marcial en 2014.
No se han revelado las identidades de las víctimas, pero los medios reconocieron que la hija del pastor, una chica de 14 años está entre los fallecidos, y que las víctimas tienen edades que van desde los 5 a los 72 años.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha asegurado que el tiroteo no se debe a las leyes del país sobre tenencia y uso de armas, sino a los “problemas mentales” del autor, al que ha definido como “un individuo muy trastornado”. “La salud mental es el problema aquí”, ha contestado, interrogado acerca del control sobre las armas de fuego en Estados Unidos, durante la rueda de prensa que ha ofrecido junto al primer ministro de Japón, Shinzo Abe, en el marco de su visita a Tokio.
“Es un problema de salud mental al mayor nivel” porque, “de acuerdo con las primeras investigaciones, (el autor) era un individuo muy trastornado”, ha explicado. “Ha sido un incidente muy, muy triste, pero así es como yo lo veo”, ha recalcado, según informa CNN.
Trump ya se había pronunciado horas antes en un comunicado en el que ha expresado sus condolencias a los familiares de las víctimas y enviado un mensaje de unidad al pueblo estadounidense. “A través de las lágrimas y la tristeza, permanecemos fuertes”, ha aseverado.