Tina Turner, la estremecedora cantante de soul cuya voz ronca y energía explosiva la convirtieron en una inolvidable intérprete en directo y en una de las artistas discográficas de mayor éxito de todos los tiempos, falleció el miércoles en su casa de Küsnacht (Suiza), cerca de Zúrich. Tenía 83 años.
Su publicista, Bernard Doherty, anunció la muerte en un comunicado, pero no mencionó la causa. En los últimos años la cantante había sufrido un derrame cerebral y se sabía que luchaba contra una enfermedad renal y otras complicaciones en su salud.
Turner inició su carrera de medio siglo a finales de la década de 1950, cuando todavía iba al instituto en East St. Louis, Illinois, y empezó a cantar con Ike Turner y su banda, los Kings of Rhythm. Al principio sólo actuaba ocasionalmente, pero pronto se convirtió en la estrella del grupo y en la esposa del Sr. Turner. Con su potente voz de blues y su frenético estilo de baile, causó una impresión inmediata.
“Escribía canciones pensando en Little Richard, pero no tenía a ningún Little Richard para cantarlas, así que Tina era mi Little Richard”, escribió Turner en “Takin’ Back My Name: The Confessions of Ike Turner” (1999), escrito con Nigel Cawthorne. “Escucha atentamente a Tina y ¿a quién oyes? A Little Richard cantando con voz femenina”.
Su conjunto, pronto rebautizado como Ike and Tina Turner Revue, se convirtió en una de las principales giras de soul del llamado circuito chitlin’. Cuando los Rolling Stones invitaron al grupo a actuar como teloneros, primero en una gira británica en 1966 y luego en una estadounidense en 1969, los oyentes de ambos países empezaron a prestarles atención.
Tina Turner llegó a un enorme público nuevo, dando a la Ike and Tina Turner Revue su primer éxito en el Top 10 con su versión de la canción de Creedence Clearwater Revival “Proud Mary” en 1971 y un premio Grammy a la mejor interpretación vocal de R&B por un grupo.
Pero si la Ike and Tina Turner Revue fue un éxito, el matrimonio de Ike y Tina Turner tuvo problemas, y la carrera de Tina Turner se tambaleó tras una dolorosa ruptura a finales de los años setenta. Su álbum “Private Dancer”, publicado en 1984, la devolvió al candelero y la elevó a la estratosfera del pop.
Trabajando con compositores más jóvenes, y respaldada por un sonido suave y sintetizado que proporcionaba un lustroso envoltorio a su voz cruda y urgente, lanzó tres éxitos descomunales: la canción que da título al disco, escrita por Mark Knopfler de Dire Straits; “Better Be Good to Me”; y “What’s Love Got to Do With It”.
Refiriéndose a su “innovadora fusión de canto soul a la antigua usanza y synth-pop de la nueva ola”, Stephen Holden, en una reseña para The New York Times, calificó el álbum de “hito no sólo en la carrera de la cantante de 45 años, que lleva grabando desde finales de los años 50, sino en la propia evolución de la música pop-soul”.
En los premios Grammy de 1985, “What’s Love Got to Do With It” ganó tres premios, al disco del año, a la canción del año y a la mejor interpretación vocal pop femenina, y “Better Be Good To Me” ganó al mejor interpretación vocal rock femenina.
El álbum vendió cinco millones de copias e inició una carrera de giras que convirtió a Turner en un fenómeno mundial. En 1988 actuó ante unas 180.000 personas en el estadio Maracaná de Río de Janeiro, batiendo el récord de mayor audiencia pagada por un solista. Después de que su gira “Twenty Four Seven” en 2000 vendiera más de 100 millones de dólares en entradas, Guinness World Records anunció que había vendido más entradas de concierto que ningún otro solista en la historia.
