“Nuestros hallazgos sugieren que, para algunas personas, las siestas diurnas cortas pueden ser una parte del rompecabezas que podría ayudar a preservar la salud del cerebro a medida que envejecemos”, dijo la autora principal Victoria Garfield, investigadora de la University College de Londres (UCL).
Aunque el estudio estuvo “bien realizado”, entre sus limitaciones figura el hecho de que los hábitos de siesta fueron autodeclarados, señaló Tara Spires-Jones, presidenta de la Asociación Británica de Neurociencia y subdirectora del Centro para el Descubrimiento de las Ciencias Cerebrales de la Universidad de Edimburgo, que no participó en el estudio.
Los resultados muestran “un pequeño pero significativo aumento del volumen cerebral en las personas que tienen una firma genética asociada a la toma de siestas diurnas”, declaró al Science Media Centre.
“Incluso con esas limitaciones, este estudio es interesante porque se suma a los datos que indican que el sueño es importante para la salud del cerebro”, dijo.
En el estudio, publicado este lunes en la revista académica Sleep Health, los investigadores utilizaron una técnica llamada aleatorización mendeliana para analizar muestras de ADN y escáneres cerebrales de 35.080 personas de entre 40 y 69 años que participaron en el estudio UK Biobank, una gran base de datos biomédica y recurso de investigación que siguió a residentes del Reino Unido entre 2006 y 2010.
La aleatorización mendeliana es un enfoque estadístico que utiliza la genética para proporcionar información sobre la relación entre una exposición y un resultado.
Los investigadores analizaron secciones del código genético vinculadas a la probabilidad de que las personas durmieran la siesta con regularidad y, a continuación, compararon los resultados de salud cerebral y cognición entre los que tenían los genes de la siesta y los que no.
“Al analizar los genes fijados en el momento del nacimiento, la aleatorización mendeliana evita factores de confusión que se producen a lo largo de la vida y que pueden influir en las asociaciones entre la siesta y los resultados de salud”, afirma Paz, autora principal, en el comunicado. Sin embargo, una técnica de este tipo solo puede mostrar una asociación entre la siesta y la salud cerebral, no causa y efecto. Además, los investigadores no tenían información sobre la duración de la siesta, que puede influir en si el sueño es útil o perjudicial.
Paz dijo que hallazgos anteriores sugieren que “dormir una siesta corta (de 5 a 15 minutos) a primera hora de la tarde puede beneficiar a quienes lo necesitan”.