Según la Fundación Española de la Nutrición (FEN), la espinaca es el nombre común que se usa para referirse a una planta anual de la familia de las quenopodiáceas que se cultiva por sus hojas, nutritivas y sabrosas. La primera vez que se localizó fue en el siglo VII y fue en China. No fue hasta el siglo XI cuando se introdujo en España, desde donde se extendió al resto de Europa.
Ahora, se ha vuelto muy popular y es habitual verla en multitud de recetas y platos para nuestro día a día. A continuación, cinco datos que no sabías y que te pueden ser útiles, tanto si eres un apasionado de la espinaca como si no:
1. Tipos de espinaca
En la actualidad, se cultivan dos variedades de espinaca: la de hoja rizada, que resiste el transporte sin apelmazarse ni echarse a perder, y se suele comercializar fresca; y la de hoja lisa, fácil de lavar, que se comercializa congelada o enlatada.
2. ¿Cuándo es la época de la espinaca?
Según la FEN, es un producto que podemos disfrutar todo el año, aunque en diferentes variedades. Por un lado, las de invierno, totalmente resistentes a las heladas, de semillas espinosas y generalmente con hojas más lobuladas.
Con el calor, es más habitual ver las espinacas con semillas lisas y apenas resistentes a las heladas.
3. ¿Cuántas puedo comer?
Desde la fundación, aconsejan 81 gramos por cada 100 gramos de producto fresco.
Sin embargo, si se trata de menores, el Ministerio de Consumo actualizó hace poco sus recomendaciones. Se recomienda no incluirlas antes del primer año de vida (0-1 años). En niños entre 1 y 3 años, se aconseja no dar más de media ración de acelgas o espinacas (45 gramos/día, cantidad a modo de guarnición) y no dar espinacas y/o acelgas a niños que presenten infecciones bacterianas gastrointestinales.
4. Fuente de nutrientes
Según la FEN, son ricas en proteínas, fibra, hierro, potasio, folatos, vitamina C, A, E y carotenos.
5. ¿Cuál es su valor nutricional?
El valor nutritivo de las espinacas radica en su contenido en vitaminas y minerales. En concreto, este alimento es fuente de folatos, vitamina C y vitamina A y vitamina E. Estos contribuyen a la formación normal de las células sanguíneas.
Por su parte, la vitamina C contribuye a la protección de las células frente al daño oxidativo, al igual que la vitamina E. En el caso de la vitamina A, ayuda al mantenimiento de las mucosas, la piel y la visión en condiciones normales. Además, según esta fundación, aportan una cantidad apreciable de fibra (soluble e insoluble), que favorece el tránsito intestinal.