Por: Raúl Beltrhán Bonilla
En nuestra querida tierra salvadoreña tenemos tres puntos de vista diferentes sobre la situación política, económica y social. Muchos de nosotros encontramos soluciones para los problemas que surgen, ya sea siendo optimistas o pesimistas.
Todo depende de cuál sea nuestro punto de vista, la cual puede depender de nuestra bandera política o nuestra posición social. Vivimos en una nación estructurada y marcada por las diferencias sociales, que datan desde la época colonial y que difícilmente hemos olvidado o al menos hemos intentado hacerlo, pero hoy se profundizan más con las diferentes etnias que están presentes en el país, con la llegada de nuevos socios blindados por su dinero o extranjeros que quieren ser salvadoreños como lo aseguro la jefa de la diplomacia, ante esto la casa blanca se ve obligada a poner nuevos muros.
Con la llegada del año nuevo, es de obligatoria necesidad abrir todos los regalos, no importa que algunos de ellos sean chocolates envenenados, los cuales habrá que comer por que más temprano que tarde habrá que pagarlos con intereses o pensar que la bondad internacional ayudará a cancelar los millonarios intereses dentro de una o dos décadas. Claro, siempre serán los salvadoreños que deberán pagar las deudas que se tengan, nos guste o no nos guste, como fue la frase acuñada por uno de los más populares saqueadores del erario público. Parece increíble, que hace 13 años el pueblo electorero aplaudía hasta el histerismo y el desmayo, sin pensar que más temprano que tarde, la historia nos llegaría a cobrar con un alto precio.
No ver por el retrovisor de la historia, nos lleva no solo a la frustración, si no al desencanto, ya que esto ocasiona que no queramos ver hacia el futuro.
La deuda crece cada día más y más, esto logra la estabilidad de la nación en todos los campos, lo cual está bien, pero está mal no programar el cómo y de qué manera habrá que amortizar intereses o deuda, sin castigar al consumidor, como es el ejemplo del costo de la canasta básica, que resulta intratable para la inmensa mayoría de los salvadoreños.
Sumado a esto, las presiones de organismos leoninos como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial, para no ir tan lejos el Banco Centroamericano de Integración Centro Americana donde cada ejecutivo gana 17 mil dólares mensuales, tiene derecho a dos bonos al año por la misma cantidad, más viáticos, regalías, etc. Forman parte de lo que los cortesanos de cada país de la región de Centro Americana tenemos que amortizar con nuestros impuestos. En este nuevo año los salvadoreños tendremos un nuevo sistema de pensiones, reformas profundas a nuestra constitución, reformas al sistema electoral, al código penal y procesal penal, al sistema de transporte, de seguridad, reformas educativas y de salud, es decir, un giro de 180 grados para la sociedad salvadoreña.
Por hoy, al comenzar el año, nos queda esperar que la PROMESA OFRECIDA, SEA PROMESA CUMPLIDA, esperar que se haga realidad, no depende del ciudadano, sino del OFERENTE, para hacer cumplir a la frase elegante y noble: “PALABRA DE HONOR”. Adelante 2022.