La organización juvenil, Red de Jóvenes del Futuro, realizó el taller psicoeducativo “Mi cuerpo es un tesoro” en el municipio de Santa María Ostuma, en el departamento de La Paz. El cual fue dirigido a: niños, padres de familia y autoridades municipales, con el propósito de visibilizar los derechos de los niños, niñas y adolescentes y al mismo tiempo concientizar sobre la importancia de la prevención del abuso sexual infantil.
El taller fue desarrollado a través de teoría, explicación y dinámicas acorde a la edad de los participantes entre ellas, el cuento del “monstruo de colores” mediante el cual los niños aprendieron a identificar sus emociones y como estas se manifiestan. También aprendieron sobre que partes de su cuerpo no deben permitir que otros toquen si su consentimiento.
Otro punto que destacó durante el taller fue, el momento en que los miembros de la organización hablaron sobre la Ley Integral de la Niñez y la Adolescencia e instituciones que son las encargadas de dar cumplimiento a los derechos de los niños y sancionar a todo aquel que intente o vulnere sus derechos.
El equipo a cargo del desarrollo del taller, son profesionales de la psicología, los cuales forman parte del voluntariado de la Red de Jóvenes del Futuro. Por su parte, al inicio del taller, mencionaron que la acción social que ellos realizan es debido a que conocen de cerca la problemática y sienten el compromiso de contribuir con el bienestar y salud mental de la niñez salvadoreña.
Principalmente de viajar hasta los municipios y comunidades que pertenecen a los estratos sociales más vulnerables del país, donde aún hoy día, existen muchos mitos sobre el abuso hacia los menores y tanto los niños como los adultos deben estar conscientes y conocedores de qué medidas se deben implementar, desde el hogar y las escuelas para que los niños no se conviertan en una víctima más, así lo mencionó uno de los voluntarios.
Durante la actividad los padres de familia realizaron un juramento, levantando su mano derecha, mientras miraban a sus hijos, diciendo que se comprometían a cuidarlos y no permitir que nadie les haga daño como una muestra de amor y respeto. Luego llegó el turno de los niños quienes también se juramentaron, prometiendo a sus padres a decir siempre la verdad e informar cuando un adulto muestres malas intenciones hacia ellos.