La gobernadora de Nueva York, Kathy Hochul, anunció la suspensión indefinida del programa, citando las posibles consecuencias negativas para los ciudadanos en el actual contexto económico. “Implementar este sistema de tarifa por congestionamiento puede traer demasiadas consecuencias colaterales para los neoyorquinos en este momento”, afirmó Hochul en su discurso sobre el costo de vida.

Esta decisión también responde a los desafíos legales que enfrenta el plan, reflejando las dificultades de imponer tarifas a los conductores en un país donde el automóvil sigue siendo predominante. El plan, el primero de su tipo en Estados Unidos, esperaba recaudar fondos para mejorar el sistema de transporte subterráneo de la ciudad, utilizado por unos 4 millones de personas diariamente.

A pesar de las exenciones y descuentos previstos para conductores de bajos ingresos y frecuentes, el proyecto encontró resistencia significativa. La Alianza de Trabajadores de Taxi de Nueva York estimó que los taxistas podrían perder hasta $8,000 al año en ingresos. Con unos 700,000 vehículos entrando al área afectada diariamente, los embotellamientos han reducido la velocidad promedio de los autos a 11 km/h, subrayando la urgencia de abordar la congestión y mejorar la movilidad urbana.