Los gigantes del transporte de mercancías por mar, capitalizan la escalada en los fletes y multiplican sus beneficios en 2021.
El aumento del precio de transportar un contenedor cargado de televisiones, juguetes o cualquier otra mercancía desde Asia a Europa o Estados Unidos ha generado una ola de preocupación entre importadores y exportadores, que ven los márgenes reducirse en un entorno que debía ser de fuerte recuperación. Pero lo que para algunos es una crisis de suministro, para otros es una oportunidad que están sabiendo aprovechar: las navieras, dueñas de los barcos responsables de hasta el 90% del tránsito global de bienes de consumo, han visto dispararse sus ganancias a niveles sin precedentes. Son las grandes, y casi únicas, ganadoras de los cuellos de botella en el comercio global y están utilizando la mayor caja derivada de la escalada de los fletes para crecer mediante compras, diversificar su negocio y ampliar sus flotas.
El sector está dominado por compañías radicadas en Europa y Asia. Cuatro de las cinco mayores navieras son del Viejo Continente, aunque hay más densidad de firmas asiáticas en la clase media. Y, a pesar de que son fundamentales para actividades tan cotidianas como vestirse, llenar el depósito de gasolina o rellenar la despensa, sus nombres son desconocidos para la mayoría. Al frente de todas ellas está la danesa Maersk, que en el tercer trimestre del año ganó 5.440 millones de dólares (4.700 millones de euros), más de cinco veces más que en el mismo periodo del año pasado y casi tanto como Amazon —la cuarta empresa más valiosa del mundo— y UPS —la mayor empresa del Reino Unido— juntas. Con una plantilla de 83.000 empleados y una flota de más de 700 barcos, el valor de sus acciones en Bolsa se ha disparado un 80% en el último año. Hoy vale unos 50.000 millones de euros, como Telefónica, IAG y Endesa juntas.
El de Maersk no es ni mucho menos un caso aislado. El grupo francés CMA-CGM pasó de perder más de 150 millones en los seis primeros meses de 2020 a ganar casi 200; el beneficio operativo de la taiwanesa Evergreen se multiplicó, atención, por 30 en la primera mitad del año; y el de la hongkonesa Cosco casi se cuadruplicó. Todo pese a que en los tres casos, las cifras todavía no capturan la última subida de los fletes, que ha hecho aún más de oro a estas empresas. Sin salir de Asia, la japonesa NYK ha más que septuplicado sus ganancias en el último trimestre y acaba de revisar al alza en cerca de un 40% su proyección de beneficio anual a pesar de que su anterior previsión databa únicamente de principios de agosto, cuando los fletes ya se habían disparado. Y la también nipona “K” Line ha multiplicado casi por 10 sus números verdes en el último semestre.
La situación actual del mercado no tiene nada que ver con la de cinco años atrás, cuando la sobrecapacidad hundió las cuentas de resultados de las principales empresas del sector y llegó a provocar sonoras quiebras, como la de la coreana Hanjin que dejó a la deriva decenas de buques con cientos de millones de euros en su interior. “En cinco años hemos pasado de los fletes por los suelos y una situación de mucha competencia, que provocó una gran concentración, a una pandemia que paró la rueda del comercio y provocó un error en la previsión de demanda de estas navieras, que se quedaron cortas: nadie esperaba que la recuperación fuese a ser tan rápida y ahí han aparecido los cuellos de botella”, subraya Òscar Mascarilla, director del Máster en Logística y Comercio Internacional de la Universitat de Barcelona. El resultado: la rentabilidad está siendo “enorme, tanto que las empresas están aprovechando toda la capacidad en desuso”.
Los ingresos están aumentando sobre todo en el llamado mercado de spot, contratos puntuales de última hora, ahora muy codiciados por el atasco en los puertos y la falta de espacio en los barcos. Aunque esas subidas se están trasladando a las renovaciones de contratos de largo plazo. Lars Mikael Jensen, responsable de los mercados Este y Oeste de Maersk, reconoce que aunque las elevadas tarifas les benefician, también generan cierto caos. “Preferiríamos menos volatilidad y rendimientos más estables. La volatilidad hace que sea extremadamente difícil para operadores como nosotros invertir y planificar a largo plazo”. En la misma línea, Oriol Montanyà, profesor de Logística de la Barcelona School of Management de la Universidad Pompeu Fabra, recuerda que aunque en el corto plazo la turbulencia en el mercado permite a las navieras “aprovechar los precios elevados”, en el medio “no es sostenible y no interesa a nadie”.
La expansión aérea de Maersk es indicador de otra tendencia reciente: un mayor uso de los cielos para el transporte de mercancías. En plena crisis del transporte aéreo de pasajeros, las aerolíneas han encontrado en la carga un refugio seguro que les ha permitido capear el temporal con algo más de holgura. La conversión exprés de aviones de pasajeros en cargueros se convirtió en tendencia durante los meses más duros de la pandemia, como única alternativa a tenerlos en tierra.