Muchos padres suelen quejarse de sus hijos por portarse mal con ellos, y es que parece que la escena se repite una y otra vez dentro de las familias, ¿por qué ocurre esto? Muchas veces los niños cuando salen de la escuela, de la guardería o cuando pasan un rato con sus padres pasan de ser angelitos a comportarse de forma inadecuada donde el mal comportamiento se vuelve el protagonista.
Es necesario comprender por qué los hijos se comportan peor con los padres que con cualquier otra persona, para después poder manejar estas situaciones incómodas.
Los niños suelen revelar su verdadero yo con sus padres, sobre todo los niños pequeños. Cuando los niños llegan a casa se muestran tal y cómo son ya que en otros contextos han estado reprimiendo su verdadera conducta porque no tenían un vínculo emocional tan fuerte con esos adultos.
Pero debes saber que esto es así gracias a que sienten un profundo amor, afecto, admiración y conexión con vosotros, sus padres.
Aunque es normal que los niños tengan sus propias conductas, sus rabietas y de vez en cuando su comportamiento no sea el adecuado, no siempre tiene que ser así. Cuando a un niño le entra una rabieta con su madre o con su padre, es porque éste no le atiende cómo él quiere que se haga y no tiene otra forma de exteriorizarlo.
Los niños sienten que sus padres deben ser sus protectores, quienes deben satisfacer sus necesidades básicas y también sus necesidades emocionales, y cuando esto no se cumple es cuando puede aparecer de forma inminente el mal comportamiento.
Para que esto no ocurra será más que necesario trabajar las emociones con los niños desde que son bien pequeños y cumplir con unas rutinas en casa que les ayuden a entender la estructura del día y a sentirse seguros en cada uno de los momentos.
Pero las rutinas no sólo es cosa de niños, a los adultos también les sirve para controlar sus emociones y que el día no se desborde. Las rutinas son necesarias para los padres para estructurar el día y poder organizar con antelación qué ocurrirá en cada momento, así se lo podrán transmitir a sus hijos para después hacerlo y que todo esté bien ordenado en la mente de todos los miembros de la familia.
Cuando en casa existe un buen ambiente de armonía, los padres se sentirán más conectado con sus hijos (y a la inversa) y será mucho más fácil reír, jugar y abrazarse unos con otros.