Alexander McCartney, un joven de 26 años originario de Newry, Irlanda del Norte, fue sentenciado a cadena perpetua tras un juicio en Belfast que lo encontró culpable de cargos de homicidio involuntario, abuso y explotación infantil a nivel internacional. McCartney, quien utilizaba plataformas en línea para contactar a sus víctimas, provocó el suicidio de Cimarron Thomas, una niña de 12 años en Estados Unidos, a quien manipuló y chantajeó hasta llevarla al límite.

El condenado, un exestudiante de informática, operaba desde su dormitorio en Irlanda del Norte, utilizando perfiles falsos para hacerse pasar por adolescentes y ganarse la confianza de sus víctimas, quienes residían en países como el Reino Unido, Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda. McCartney reconoció 185 cargos en su contra, y su caso marca la primera condena en el Reino Unido por homicidio en una víctima que residía en el extranjero, según Eamonn Corrigan, responsable de la policía norirlandesa.

El juez John Ailbe O’Hara calificó los actos de McCartney como “repugnantes y sádicos”, señalando que el acusado carecía de remordimientos y había ignorado múltiples advertencias antes de ser arrestado y enjuiciado. Las autoridades continúan trabajando para identificar a otras víctimas, mientras que la sentencia subraya el impacto duradero de sus crímenes en miles de familias alrededor del mundo.