Una semana después del terremoto de magnitud 7,6 que sacudió el centro de Japón, las autoridades han confirmado que el número de muertos se ha elevado a 168, mientras que más de 300 personas permanecen desaparecidas. El desastre ha dejado, además, 565 heridos y se teme que la cifra de víctimas aumente.

La región más afectada fue la ciudad de Wajima, en la península de Noto, donde se registraron la mayoría de desaparecidos. Los corrimientos de tierra, los incendios y los derrumbes de edificios y carreteras han complicado las tareas de búsqueda y rescate, especialmente debido a las condiciones climáticas extremas.

La preocupación por posibles nuevos deslizamientos de tierra ante las precipitaciones y las dificultades de tráfico por las carreteras dañadas por el terremoto se suman a los retos de los equipos de rescate. Aproximadamente 2.000 personas, algunas en estado crítico, permanecen aisladas por las vías bloqueadas, lo que dificulta la distribución de alimentos y suministros.

El gobernador de la prefectura de Ishikawa, Hiroshi Hase, instó a evitar nuevas muertes entre los desplazados, mientras cerca de 29.000 personas se refugian en 404 albergues gubernamentales, buscando protección y asistencia ante la tragedia.